Torrente de júbilo, que recorre
mi cuerpo desnudo por el viento, y que marchita queda la mirada del reflejo de mi alma, cuando
te veo llegar. Tan grande como el dolor que a veces siento, cuando la pena se
sienta a mi verita, para ver pasar el tiempo.
Un río de esperanza se va
alejando, cogiendo de la mano al remordimiento, de todo aquello que nunca use
en el momento, y que todos aquellos se quedaron esperando.
La pena que se reía de mi alma,
es la misma que me espera en la tardanza.
Y el camino que recorre en mi
memoria, se riza al viento como humo de una noche turbia, que desea que la
morada del recuerdo. Escalera de colores
que se vuelven blanco y negro, serpentea boca abajo sin un fin que quede
cierto.
Llanto sordo que resuena con la
noche, vista atrás buscando el norte en el universo, glacial roto de llanto y
humillado por las estrellas del horizonte, acarician el deseo de terminar con
la sequía, en el desierto de mi corazón.
Un edén sencillo y sincero, es lo
que espero en mi camino hacia mi destino. La vida dicen que es bella, cuando la
tomas de la mano y no te separas del camino de la suerte. En el momento
que me separe de mi desdicha, seguro encontrare la flor que alimente el jardín
de mi agonía.
Espero sentado en mi silla del
descanso, a que vengas a salvarme y llevarme a tu lado, no te tardes ven
corriendo, y dame tu susurro, en la noche de mis sueños.
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