martes, 19 de octubre de 2010

CARICIA DE UN CIELO CONSTANTE

Tersa y tenue era la luz de aquella vela, que iluminaba la sombra fija de esa mirada perdida. Tras el velo de estrellas fugaces; las cuales se dirigían a un solo punto donde se alzaba tu figura, como busto tallado en alma.




Busco tu sonrisa, como prosa en boca de aquel orador maduro. Mi respiración se acelera a pesar de saber que una daga llena de veneno está a punto de clavarse en mi alma.

Por las noches, sueño a veces despierto; que me acompañas por los caminos de mi ciega búsqueda, y que sientes mi cuerpo en la distancia, como yo siento el tuyo.



Letra y escritura, fácil enigma y escapatoria a la verdad y realidad de mi presente.

La dársena del lago, es siempre lejana, y la agitada marea nunca da tregua, a ese sendero de impaciencia y desconcierto.



Temerás el chasquido de una rama que se rompe, en lo mas oscuro de tu corazón.

Aquella a la que la sombra la acompaña, es sin duda flor de lis envenenada, que no tolera la presencia de una barca junto a su cama.



Fin perdido a cada instante que acumula un desvarío de palabras, las mismas que dan razones a lo que el sentido no deja duda. Tácito recuerdo, cúmulo de sombras, risa en tu misterio y en tu despedida.



Soñarás de nuevo como cuando eras aquella niña, de rizos interminables, de tirabuzones, llenos de un brillo especial, que jugaban con el silencio al escondite de toda la vida, y se burlaba de la noche cuando el silbido del viento de invierno, acontecía el resplandor de aquella llanura llena de historias perdidas.



En un presente donde la ira pasa a ser tu amiga, no es posible ensalzar grito alguno por un cordón de finas perlas. Más duda si cabe, a la espera que atormenta el desánimo de las personas.





Álzate de nuevo por las calles de la vida y cumple con el deseo del que desde arriba te mima, sé dueña y señora del recuerdo y canta a la primavera la prosa que llevas dentro.

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